Los celulares modernos utilizan baterías de iones de litio, que son más eficientes y duraderas que las antiguas baterías de níquel-cadmio. Estas baterías están diseñadas con sistemas de gestión integrados que regulan la carga, evitando problemas como la sobrecarga.
Cuando el dispositivo alcanza el 100% de carga, el sistema detiene el flujo de energía hacia la batería. En su lugar, el teléfono utiliza la energía directamente del cargador, manteniendo la carga completa sin dañar la batería.